Cuando era una niña me parecía un libro maravilloso. Claro que entonces podía creer, tenía que creer en un futuro mejor. Uno donde volar libre, donde no sólo se durmiese y comiese.
durante muchos años conservé la esperanza de un futuro mejor: "cuando acabe en el colegio y vaya al instituto tendré amigas, algún chico se fijará en mí, nadie se meterá conmigo...". Las mismas esperanza tenía para cuando llegase al instituto y después a la universidad.
Ahora soy más realista. Mi piel está curtida por las heridas. No puedo creer. Tengo la sabiduría y la certeza de que nada cambiará. Mi vida siempre será igual (y rezo para que no empeore). Nunca alcanzaré el Nirvana (al menos no en vida).
"No aprendas nada, y el próximo mundo será igual que éste, con las mismas limitaciones y pesos de plomo que superar".
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